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DESARROLLO PSICOLÓGICO DEL CACHORRO

Publicado en animalia nº 221 - Diciembre 2009

El desarrollo psicológico del cachorro es un proceso muy importante por la influencia en el comportamiento del perro adulto. Desde su nacimiento, el perro desarrolla una serie de conductas influenciadas por los estímulos que recibe en cada momento y en cada etapa de su vida. Las relaciones de las crías con su madre y sus hermanos son fundamentales en la evolución posterior del perro.

El perro pertenece a una especie altricial, como los humanos y la mayoría de animales carnívoros, lo que significa que nace en un estado sensorial y motor atrasado. Los cachorros nacen ciegos, sordos y con una movilidad muy reducida. Dependen totalmente de su madre, encargada de alimentarlos, limpiarlos, darles calor y estimularlos para que hagan sus necesidades.

El desarrollo gradual, tanto físico como psíquico, de las especies altriciales provoca una   infancia más larga, y, en consecuencia, un comportamiento más moldeable y una capacidad de aprendizaje mayor que las especies precociales (la mayoría de los herbívoros), que pueden ver, oír y moverse casi como un animal adulto en cuanto llegan al mundo.

Los cambios de conducta que se producen en la infancia de un perro pueden dividirse en cuatro etapas: la neonatal, la de transición, la de socialización y la juvenil. Todas y cada una de ellas de gran importancia para su futuro comportamiento adulto.

LA ETAPA NEONATAL
El período neonatal abarca desde el nacimiento del cachorro hasta aproximadamente las tres semanas de vida. En este momento los únicos sentidos funcionales del cachorro son el olfato, el tacto y el gusto. Los ojos suelen abrirse a partir de los once días, aunque la vista no será operativa hasta una semana más tarde, y emperá a oír hacia el final de este período.

La capacidad de movimiento del cachorro es prácticamente nula y lo único que puede hacer es arrastrarse, empujando su cuerpo con sus patas delanteras para llegar a los pezones de su madre para alimentarse. Hasta los quince días sus extremidades no podrán aguantar su peso para ponerse de pie.

Durante este período las únicas actividades que un cachorro puede hacer de forma independiente son mamar y dormir con un sueño del tipo REM (Rapid Eye Movement), en el que aparecen temblores y movimientos reflejos. En cuanto a sus necesidades fisiológicas, debe ser la madre quien las estimule, lamiendo la zona perineal.  

LA ETAPA DE TRANSICIÓN
Después de la tercera semana de vida, cuando los sentidos del oído y la vista empiezan a ser funcionales, y la capacidad motora del cachorro le permite moverse con mayor facilidad, empezerá a alejarse de su madre y explorar el entorno, se desarrolla el período de transición, cuya duración es de unos diez días.

En esta fase son las crías que buscan el contacto materno y no al revés, como ocurría en la fase anterior. Los cachorros empiezan a identificar a sus congéneres y a relacionarse entre ellos, Duermen menos tiempo y aparece el sueño de onda lenta. Micción y defecación ya son voluntarias, por lo que no necesitan la estimulación de la madre.

A partir de ahora, el entorno tendrá una influencia cada vez mayor. Está comprobado que la manipulación de los cachorros (cogerlos y acariciarlos) de forma delicada tiene efectos muy positivos sobre su capacidad de aprendizaje y sus emociones. Se socializan mejor, aprenden más rápido y su respuesta a estímulos desconocidos se afianza.

LA ETAPA DE SOCIALIZACIÓN
El periodo de socialización es trascendental para el perro, ya que el aprendizaje adquiere una importancia decisiva gracias al proceso denominado impronta o periodo sensible, en el que el entorno tiene un efecto irrevocable, extendiéndose desde el primer mes de vida -en plena etapa de transición- hasta los tres o cuatro meses de edad. Durante este tiempo, cualquier estímulo del ambiente influye de manera extraordinaria en la conducta del perro.

Los cachorros se alejan más tiempo de la madre para explorar el entorno y el juego entre ellos ocupa casi la mitad de su tiempo. Mediante el juego los cachorros aprenden a utilizar y entender algunos signos de comunicación congénitos, como las posturas de dominancia, subordinación y la invitación a jugar. Además, gracias al comportamiento lúdico en la camada, se adquiere el aprendizaje de la inhibición del mordisco. El cachorro aprende que si durante el juego muerde demasiado fuerte, su hermano lo parará inmediatamente y se acabará la diversión.

Al ser mucho más activos, los cachorros también aprenden ciertas normas caninas maternas. A partir del mes y medio, la madre empieza a alejarse de los cachorros que quieren seguir mamando, iniciándose el destete, y les gruñe y muestra los dientes si se ponen muy pesados intentando mamar. Es así como empiezan a conocer el las prohibiciones.

El destete llega con la aparición de los primeros dientes, muy afilados. Los cachorros ya pueden empezar a comer alimentos sólidos, y se entablan las primeras luchas (principalmente simuladas) por el alimento y también por la posesión de algunos objetos. Es entonces cuando se establece un primer, aunque no definitivo, orden jerárquico.

A partir de los dos meses y medio, el comportamiento de eliminación del cachorro se dirige hacia zonas específicas, a una distancia prudencial de la zona donde duerme y se alimenta. La necesidad de eliminación suele ocurrir al despertarse, después de comer y tras una sesión de juego, y es precedida por un olfateo del lugar.

En esta etapa es el momento de habituar al perro a una gran variedad de estímulos. Hay que tener en cuenta que la socialización con las personas se efectúa, en gran medida, mediante la visión del individuo, por lo tanto, es necesario habituar al animal tanto a niños como a adultos.

Los animales que han sufrido aislamiento o una mala socialización durante este tiempo tienen una tendencia más alta a desarrollar futuros problemas de conducta como la preferencia social hacia otra especie (generalmente la humana), agresividad hacia otros perros, ansiedad o miedo.

LA ETAPA JUVENIL
En esta fase se establece el comportamiento jerárquico entre los perros, pero también con las personas. Instintos que no habían aparecido hasta ahora, como el sexual, el territorial y el depredador, empiezan a madurar y perfeccionarse gracias a la experiencia. Las luchas jerarquizadas entre machos dominantes pueden ser habituales y la agresividad territorial, por posesión de recursos, por competencia sexual, por miedo, o por dominancia, pueden aparecer de forma más aguda. Es por ello que los animales con tendencias dominantes necesitan ser educados para evitar futuros conflictos de relación.

El período juvenil termina en la pubertad, cuando los órganos sexuales del perro están completamente desarrollados, lo que suele ocurrir a partir de los seis meses, aunque algunos perros no son sexualmente activos hasta el año o incluso más tarde.

Controlar adecuadamente al perro desde su más tierna infancia, sobre todo en el período de socialización, y empezar a educarlo tempranamente (a partir de los tres meses) es muy importante para que el perro, llegado a la edad adulta, se convierta en un animal equilibrado, sin problemas psicológicos y conductuales.

¿CUÁNDO ADOPTAR UN CACHORRO?
El momento más adecuado para adoptar un cachorro es entre los dos meses y medio y los tres meses de vida, cuando el perro ya ha podido relacionarse con sus hermanos y algunas personas, además de haber explorado su entorno más cercano.

Los perros separados de su madre y de la camada demasiado temprano tienen tendencia a crecer nerviosos, tímidos, y muy dependientes de sus dueños, ya que no han completado adecuadamente el periodo de socialización. Esto puede provocar que futuras relaciones con otros perros puedan verse afectadas.

Educación y adiestramiento canino JR Batallé

¿QUÉ COLLAR Y CORREA NECESITA NUESTRO PERRO?

Publicado en Especies nº 130 - Noviembre 2009

Existen en el mercado una gran variedad de correas, collares y arneses para perros, cada uno de ellos de diversos materiales y formas adecuados para diferentes perros. Todos estos artículos tienen dos funciones muy importantes: el control y la educación del perro.

Muchos de estos utensilios se utilizan sólo para controlar normalmente al animal, que debe pasear sujeto, para evitar el peligro de cruzar la calle sin permiso, escaparse, o molestar a otros viandantes. Pero también existen otros cuya función principal es la educación del perro y la modificación de algunas conductas problemáticas como, por ejemplo, tirar mucho de la correa, manifestaciones de agresividad o miedo, ladridos excesivos, o comer y coger cosas del suelo de forma continuada.

Para saber escoger el tipo de sujeción más apropiado hay que tener en cuenta la raza, el tamaño y la fuerza del animal. No es lo mismo pasear a un yorkshire con un flexi, que a un dogo. Un chihuahua no puede llevar un pesado collar metálico, como un fino arnés no es apropiado para un mastín. El tipo de raza también es importante. A los perros de hocico muy corto, como bulldogs o boxers, el Halti no se les adapta bien y además, como pueden padecer problemas de tráquea, es más aconsejable el uso de un arnés.

Antes de adquirir cualquier collar y correa hay que asesorarse por un profesional sobre las características, funciones y forma de utilización de cada tipo; así como de cuál es el más adecuado para nuestras necesidades y las del perro.

COLLARES
Existen collares de diversas formas y materiales. Los más corrientes son de cuero o tejido resistente, indicados para cachorros y perros adultos sin problemas de conducta. Son los denominados collares de paseo.

Hay otros collares que se utilizan principalmente para el adiestramiento. Son el collar de cabeza, los metálicos y los electrónicos. El collar de cabeza tiende a confundirse con un tipo de bozal, a pesar de que no lo es. Los collares metálicos suelen ser definidos como collares de ahogo, estranguladores o de castigo, pero no lo son, ya que un collar nunca es concebido para castigar o hacer daño al perro. Simplemente hay que saber cómo se utilizan. Los collares eléctricos solamente deben ser usados en casos muy concretos. Todos estos collares educativos debe ser siempre un profesional de la educación canina quien los aconseje, ya que un mal uso puede conllevar consecuencias peligrosas para el animal.

El collar de cabeza
También conocido como Gentle Leader o Haití. Es un ronzal para perros, semejante a la brida de los caballos. Su diseño permite tener el control del perro manejando su cabeza, y su función principal es evitar los tirones de correa, aunque también se utiliza en la corrección de varios comportamientos como, por ejemplo, la conducta agresiva o el coger o comer cosas del suelo. Con este collar el perro puede beber, comer, abrir la boca y morder. No es un bozal.

Es un collar muy recomendable para el control y adiestramiento de cualquier perro, su único inconveniente es que el perro necesita un período de adaptación al collar para que lo acepte sin problemas. De lo contrario, el animal, además de ponerse nervioso por no tener la costumbre de ser dirigido por la cabeza y tener el morro sujeto, se sentirá incómodo y tenderá a quitárselo valiéndose de las patas.

El collar de eslabones
Se trata de un collar corredizo de eslabones metálicos, concebido para ejercer una ligera presión en el cuello del perro y los hay de dos tipos, el deslizante y el semi-deslizante. El deslizante se coloca de una manera u otra, dependiendo del lado dónde se quiera llevar al perro. Hay una técnica muy fácil para hacerlo. Consiste en dibujar una P con el collar y colocársela de frente al perro si queremos llevarlo a la izquierda, invirtiéndola horizontalmente si lo queremos llevar a la derecha. De esta manera, el collar no ejerce alguna presión al llevarlo. El semi-deslizante se puede colocar de cualquier manera y es aconsejable para perros pequeños y como su nombre indica, el deslizamiento no es completo.

Sus funciones son múltiples en el adiestramiento, y se utiliza para dar pequeños toques rápidos y secos de atención al animal para luego, inmediatamente, liberarle la presión. Por esta razón es sumamente importante su colocación y manejo, porque de lo contrario puede llegar a lastimar al perro.

El collar de púas
Mal llamado collar de castigo, es un collar metálico semi-deslizante con púas romas, que se coloca con éstas hacia dentro. Existen, además, para mayor seguridad, collares con las púas rematadas con pequeños tampones de goma. Se utiliza, sobre todo, para activar al perro, conseguir mayor rapidez en sus movimientos y corregirle sin ejercer demasiada fuerza con la correa, dando al perro suaves toques de atención. Es importante que las púas tengan un acabado redondeado para no causar ningún daño.

Uno de los errores más comunes en el uso de este collar es colocarlo al revés, con las púas hacia fuera, para evitar que el perro sea mordido en el cuello. En realidad esto muy peligroso, ya que dos perros, aunque sea jugando, pueden quedarse enganchados por el collar. Entonces el juego se convierte en una pelea para recuperar la libertad, con la consiguiente dificultad de los dueños para separar a los animales.

Todos los collares metálicos deben ser retirados cuando el perro llega a casa, ya que cabe la posibilidad de que pueda engancharse en algún objeto y que el perro, al intentar salir, pueda dañarse.

COLLARES NO CONVENCIONALES
Existe una gran variedad de collares educativos no convencionales que se utilizan para el adiestramiento y la corrección de algunas conductas específicas. Son aquellos que llevan incorporada una batería, como toda la gama de collares electrónicos y el collar antiestrés. Todos ellos siempre deben ser utilizados con sentido común y bajo el asesoramiento de un profesional. De otro modo, podrían llegar a ser peligrosos para el animal.

El collar de impulsos eléctricos
Se trata de un collar que transmite impulsos eléctricos suaves mediante un mando a distancia que permite ajustar la intensidad dependiendo de la sensibilidad de cada perro. Se utiliza para el adiestramiento de acudir a la llamada, el rechazo de alimentos y la corrección de algunos tipos de agresividad.

El collar de valla invisible
Este collar emite unos pequeños impulsos eléctricos cuando el perro se aproxima a una zona delimitada por unos cables, creando así una valla invisible. Está indicado para corregir a perros con tendencia a la fuga.

El collar anti-ladrido
Existen tres tipos de collares anti-ladrido, que se activan cuando el perro empieza a ladrar. El de impulsos eléctricos emite pequeñas descargas, controlando así los ladridos molestos, perono es aconsejable para todos los perros, ya que a algunos puede agudizarles el problema. El de ultrasonidos emite unos sonidos muy molestos para el oído del perro, pero no es recomendable para perros muy sensibles. Por último está el collar de citronela que, de los tres, es el menos lesivo y puede utilizarse con casi todos los perros. Se trata de un collar con un pequeño pulverizador que libera un rocío de citronela sobre el hocico del perro, resultándoles muy molesto.

El collar anti-estrés
Este collar actúa por la acción del movimiento y el calor corporal del perro, liberando feromonas, una sustancia química natural, propia de todos los mamíferos, que tiene un efecto calmante. Está indicado para perros muy nerviosos, excitables o con problemas de ansiedad y estrés.

ARNESES
Los arneses se adaptan al cuerpo del perro y ejercen presión en el pecho. Son recomendables para canes que padecen problemas traqueales, como el bulldog, el bóxer y otros de hocico corto, a los que un collar puede ser perjudicial si tira de la correa excesivamente.

En contra de lo que piensa mucha gente, los arneses no evitan que el perro tire, sino todo lo contrario: como la mayoría de animales, los perros tienen un reflejo que provoca que al sentir presión en el pecho, empujen en sentido contrario para compensar. esta es una de las razones por la que los perros de trineo llevan arneses para arrastrar con fuerza su carga.

También existen unos arneses anti-tensión, que evitan los tirones hacia delante del perro. Estos arneses proporcionan un control total sobre los hombros del perro y tienen dos cintas corredizas que pasan por debajo de las axilas y se atan a la correa. De este modo, cuando el perro tira en exceso, las cintas se ajustan, presionan sus axilas y consiguen que el perro se detenga. Está indicado para los perros muy excitables que tiran mucho de la correa.

CORREAS
Las correas sirven para sujetar los collares o arneses y así poder manejar cómodamente al perro. Son indispensables para sacarlos a pasear. Las hay de diversos materiales, de longitud y anchura distinta, e incluso extensibles.

Las de cuero dobles con dos mosquetones y tres o cuatro anillas son las más utilizadas en el adiestramiento, ya que pueden ser graduadas en longitud y servir para diversas funciones (por ejemplo, sujetarla a un árbol o colocarla en bandolera). Son también recomendables para cualquier propietario de un perro grande o mediano, porque, además, son muy resistentes. Existe una versión en nylon.

Las correas de tela, plástico, cuero y nylon son útiles para la mayoría de perros, sobre todo medianos y pequeños; mientras que las metálicas son adecuadas en el caso de un perro destructor de correas.

El Flexi es una correa extensora de gran longitud de cinta o cordón, que sirve para controlar la distancia del perro. Sólo hay que apretar un botón para detener la extensión, y la correa se enrolla automáticamente. Además, la distancia puede permanecer fija si se desea. Su principal ventaja es que permite al perro una libertad de movimiento mucho más amplia que las demás. Es sólo recomendable para animales pequeños o que no estiren demasiado de la correa.

También existen correas dobles y graduables para pasear a dos perros simultáneamente, incluso de distinto tamaño.

A nivel profesional, en el adiestramiento, se utiliza también la correa de pista, que es una cinta o cuerda trenzada de gran longitud (de 5 y 10 m.) que sirve para poder entrenar al perro a distancia y controlarlo en algunos ejercicios, como, por ejemplo, la llamada.

Es necesario que cada perro lleve el collar y la correa más adecuada, pero además debe estar también educado para salir a la calle a pasear tranquilamente con su dueño. La falta de información sobre estos utensilios provoca incomodidades tanto para los animales como para sus propietarios. Por eso es importante dejarse asesorar por un profesional sobre cuál es el collar y la correa ideal para cada caso. De esta manera se evitará que sea el perro quién pasee a su dueño.

Educación y adiestramiento canino JR Batallé

SOCIALIZAR AL PERRO: HACIENDO AMIGOS

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Todos queremos que nuestra mascota se lleve bien con otros perros, con las personas y que no tenga miedo a nuevas experiencias, pero no siempre es así. Algunos perros muestran conductas problemáticas como ansiedad, miedo o agresividad que, en muchas ocasiones tienen una causa común: una inadecuada socialización.

El periodo más sensible: la impronta

Las experiencias y las relaciones que pueda tener un perro durante su infancia afectan de un modo decisivo en su futuro desarrollo y en su comportamiento. Pero hay un periodo de tiempo determinado de socialización (también llamado impronta o imprinting), durante el cual, el ambiente tiene un efecto muy intenso y duradero. Todo lo que aprenda o experimente el cachorro en esa etapa no lo olvidará nunca, sobre todo si han sido experiencias traumáticas. Este periodo de socialización comprende desde las tres a las 12 semanas de vida y es cuando el cachorro descubre realmente el mundo que le rodea.

La impronta en el perro ocurre entre la tercera y la duodécima semana de vida del cachorro, siendo su periodo más critico entre la quinta y la octava semana. Posteriormente, las experiencias que viva nuestra mascota también le afectaran de modo importante, pero no de forma casi irreversible como ocurre en el periodo sensible. Es importante conocer esto porque hay que cuidar mucho la forma en que el cachorro experimenta los nuevos estímulos que va descubriendo en el día a día. Por ejemplo, si durante su infancia es mordido o atacado por otro perro, puede que a partir de ese momento se convierta en un cachorro miedoso o, ya de adulto, muestre agresividad hacia otros perros. Pasa lo mismo con las personas. Es muy importante que conozca todo tipo de personas: mujeres, niños, personas mayores, y procurar que sus primeros contactos con ellas sean todos lo más agradable posible.

La vida social de un bebé perro.

Lo normal es que durante los dos o tres primeros meses de vida, el cachorro sólo conozca a su madre, sus hermanos y poco más. Está en un entorno seguro, con su familia canina, pero de repente -generalmente a los tres meses -, lo sacamos de su ambiente y lo llevamos a nuestro hogar. Con la mejor intención, lo cogemos en brazos, le hablamos en un idioma desconocido para él y lo trasladamos a un entorno totalmente desconocido: nuestra casa. ¿Os imagináis si nos pasará a nosotros?

Probablemente, el veterinario nos habrá recomendado (y con razón) no sacarle de casa hasta que le hayan aplicado todas las vacunas para que no pueda infectarse de ningún virus. Durante varios días, lo más habitual es que nuestra mascota viva en nuestro hogar relacionandose con nosotros y con nadie más. En este tiempo, para él cachorro sólo existirá nuestra familia y su entorno. Todas sus experiencias se basarán en eso. Pero podemos hacer algo más.

Lo desconocido provoca miedo

Para el perro, visualmente, son muy diferentes un perro, una persona mayor, un joven o un niño. También los sonidos de la ciudad, el trafico, los ruidos de las típicas obras y otras cosas a las que nosotros ya nos hemos habituado, son estímulos con lo que se va a encontrar nuestra mascota en distintos momentos de su vida.

Los perros discriminan y guardan en su “disco duro” los diferentes entornos, sonidos y olores que pueda apreciar para luego reconocerlos, analizarlos y actuar en consecuencia. Pero si solo conoce los estímulos de su hogar, las personas que son su familia y los sonidos y olores que existen en su ambiente, puede ocurrir que cuando comience a salir a la calle todo lo desconocido que vea, huela u oiga le puedan asustar. Y lo que no se conoce puede causar miedo y estrés. Hay que tener en cuenta que todos los animales evitan lo desconocido y si es necesario, se muestran agresivos hacia algo que pueda parecer una amenaza, para alejarla.

El aislamiento o la falta de experiencias con otros perros y/o personas puede hacer que nuestra mascota se convierta en un animal insociable con los consiguientes problemas de conducta, pero también debemos tener en cuenta el ambiente, ya que en ocasiones, el perro puede asociar un estimulo que le asusta con la presencia o cercanía de otro animal o persona. Por ejemplo: si mientras está saludando a una persona, de repente suena un petardo cerca que le asuste, puede asociar la acción de saludar con el terrible ruido que ha explotado a sus pies. Y si durante la primera salida al parque para jugar con otros amigos perrunos, están haciendo obras con el consiguiente ruido que eso produce, puede que cada vez que se acerque al parque se muestre ansioso y todos los elementos que hay en él lugar los vea como una amenaza, incluso al relacionarse con otros perros del parque.

¿Cómo conseguir el mejor amigo de las personas?

Aunque hay que hacer caso a nuestro veterinario y para evitar contagios no debemos pasear con el cachorro hasta que no tenga todas las vacunas, es importante llevarlo en brazos de vez en cuando a la calle para que vea gente nueva cada día. Así se acostumbrará a los nuevos olores y sonidos e intentaremos que cuando se acerque alguien a saludar a esa preciosa “bolita de pelo”, trataremos que lo haga con suavidad y sin asustarlo.

La socialización con las personas depende sobre todo de estímulos visuales, por lo tanto hay que tener en cuenta que la imagen de un niño es muy diferente a la de un adulto, la de una mujer de un hombre e, incluso la visión de una persona con uniforme o llevando un casco o una gorra, también son distintos a los ojos de un perro. Es importante que nuestra mascota tenga contacto con todo tipo de gente y que las interacciones sean siempre lo más positivas posibles. Y sobre todo hay que prestar atención a la relación con los niños.

Los niños, desde el punto de vista del perro son como pertenecientes a una especie distinta: se mueven más rápido e impulsivamente, hablan distinto y con una voz más aguda, gritan, hacen aspavientos y siempre llevan algo en la mano o tienden a coger lo primero que encuentran. Y aunque lo hacen con la mejor intención, su forma de saludar a un perro es casi agresiva. El cachorro puede interpretar todos estos gestos como una amenaza. Además, los niños no huelen como los adultos y para cualquier cachorro inexperto es difícil identificarlos como cachorros humanos.

Los primeros contactos de nuestro cachorro con personas adultas o niños ha de ser siempre agradables, sin sustos ni malentendidos. Por eso es importante que el acercamiento sea muy tranquilo. La mejor forma de hacerlo es dejando que sea el perro el que inicie la relación. Un truco que utilizo mucho en la calle cuando llevo a un perro tímido o miedoso y se acerca un niño a saludarle es el siguiente: antes de que se acerque de forma impetuosa, le digo al niño que el perro sabe hacer el truco de dar la pata y que si se agacha y le tiende la mano con una galleta, lo podrá ver. De esta manera, es el perro el que decide si se acerca o no. Alzar la mano y bajarla hasta su cabeza para acariciar, el perro puede verlo como un ataque frontal y desde arriba.

También es importante que en los primeros paseos con nuestra mascota intentemos llevarlo por lugares tranquilos y no muy transitados para, progresivamente, introducirlo en sitios más concurridos. No es una buena idea llevar a un cachorro en su primera salida a la salida de un colegio.

Las personas mayores también son algo diferentes para los perros. Porque sus gestos son más pausados, su forma de caminar es distinta y algunos ancianos llevan bastón, un objeto que al perro puede parecerle una extensión muy rara del brazo de un humano.

Si estamos un poco atentos a las interacciones de nuestro cachorro con todo tipo de personas y además le proporcionamos un gran número de buenas experiencias con ellas, tendremos a un verdadero “amigo del hombre”.

Haciendo amigos perrunos

La socialización entre perros, al ser de la misma especie y por lo tanto sin problemas para comunicarse, debería ser más fácil. Pero a veces, inconscientemente lo complicamos.

Todos los perros tienen un protocolo de señales para saludar a otro perro sin que haya ningún peligro de pelea. Cuando nuestro cachorro se encuentra con un perro adulto pueden ocurrir tres cosas: que se lance a saludarle de forma muy efusiva y tirando de la correa, que recule asustado por la presencia del mismo -quizá tras un gruñido-, o que se saluden de manera perruna: se olisqueen mutuamente el trasero para conocerse para después interactuar, o que uno ignore al otro.

En todos los casos debemos saber ayudar a nuestro perro a que haga amigos y la mejor forma de hacerlo es no intervenir demasiado. Los perros saben comunicarse entre ellos y que hacer en cada momento y es raro que haya un conflicto si no existe una variante: nuestra actitud.

Por ejemplo, cuando algunos dueños de perros pasean con su cachorro y ven a otro perro adulto, a veces intentan evitar el acercamiento y se muestran nerviosas por lo que pueda ocurrir. Suelen coger el cachorro en brazos para protegerle pero ¿Protegerle de qué? ¿De hacer un nuevo amigo? ¿Que se relacionen dos animales de la misma especie?

Lo que debemos hacer para socializar adecuadamente a nuestra mascota es presentarle a otros perros equilibrados pero dejando que entre ellos se comuniquen. Es perfectamente normal que, si un cachorro se abalanza sobre un perro adulto, éste gruña o le de un revolcón porque es muy molesto, y esa experiencia le servirá al cachorro para ir con más cuidado la próxima vez.

¿Se puede socializar a perros adultos?

Los perros adultos también pueden habituarse a las nuevas experiencias, aunque normalmente les lleva más tiempo. Existen muchos casos de mascotas que no han sido socializadas correctamente y muestran miedo y agresividad hacia personas o perros. La mayoría de estos animales han permanecido aislados durante su infancia o sus dueños no han sabido ayudarles a hacer amigos, pero se puede arreglar.

En estos casos, lo mejor es dejarse asesorar por un profesional del comportamiento canino. No es muy difícil de solucionar, pero es necesario que un educador canino explique a los dueños como deben actuar en cada momento con su perro.

El mayor problema que nos podemos encontrar con los perros adultos insociables es que además de manifestar timidez o ansiedad, pueden mostrar agresividad hacia personas o perros desconocidos. Quizá por miedo o por autodefensa pero, si no se soluciona, puede acarrear muchos problemas de convivencia.

Para corregir este problema primero hay que identificar la causa de su falta de sociabilidad y a partir de ahí, trabajar con el animal. Si conseguimos que haga un amigo perruno o que se lleve bien con una persona desconocida ya hemos ganado mucho: el perro puede generalizar que ni todos los perros extraños ni todas las personas desconocidas son una amenaza. Con tiempo y paciencia cualquier perro puede ser un amigo sociable. Se trata de empezar de nuevo, como si fuera un cachorro, pero hay que procurar eliminar los prejuicios que pueda tener el perro.

Cuantas más experiencias haya acumulado un perro durante su crecimiento, más se fortalecerá su carácter y si estas experiencias son positivas, más rápido hará amigos perrunos y humanos. En el caso de la insociabilidad de perros adultos, aunque cueste más, puede solucionarse con paciencia y cariño y sobre todo, buenas experiencias.

Javier R. Batallé

PONER LAS REGLAS DEL JUEGO CON EL PERRO

Publicado en Pelo Pico Pata nº 97 - Noviembre 2013

La mayoría de los animales, sobre todo los mamíferos, son muy juguetones durante su infancia pero con el paso del tiempo la tendencia al juego suele disminuir. No es el caso de los perros. A las personas y a nuestras mascotas caninas nos gusta jugar durante toda la vida. Pero no siempre nos gustan los mismos juegos.

¿CÓMO JUEGA EL PERRO?
El juego en el perro es una reproducción ficticia de algunas de sus conductas instintivas, sobre todo el comportamiento de caza: buscar, acechar, abalanzarse, perseguir, sujetar y sacudir.

Todas estas conductas podemos observarlas claramente en cualquier parque en el que se encuentran sueltos dos perros amigos. Por ejemplo: nuestra mascota ve a un perro conocido y se tumba acechando. De repente, sale disparado y se abalanza sobre él, su amigo sale corriendo y empieza una persecución, quizá con una pelota o un palo en la boca. Si alcanza al otro perro, puede que intente derribarle empujando o mordiéndole las patas traseras; y si se están con un juguete como una cuerda anudada o algo similar es muy posible que tiren de ella con fuerza y sacudiendo.

Pero ¿cómo saben los perros que todos estos comportamientos son parte del juego y no una disputa agresiva o un ataque depredador de otro can?

Todos los perros tienen una señal de invitación al juego. Es un gesto muy típico que todos hemos visto sobre todo en los cachorros. Y no sólo la expresan a los otros miembros de su especie, sino que también a nosotros. Esta señal corporal se manifiesta de la siguiente manera: el perro se inclina ante el compañero con el que quiere jugar, estira las las patas delanteras y, con la boca abierta y relajada a ras de suelo y el trasero arriba, mueve la cola con expresión divertida.

Es una posición que indica al otro sujeto, sea perro o persona que a partir de ese momento, toda lo que viene a continuación no va en serio y entonces, puede empezar el juego por muy brusco que parezca.

En el caso de los perros que ya se conocen y son compañeros de juego habituales, generalmente recurren a una señal muy reducida del ritual de invitación al juego. Es casi inapreciable. La familiaridad entre los dos animales permite esta variante poco formal.

Jugando a cazar
Jugar a cazar es lo que más les gusta a los perros y en este juego habitualmente existen ensayos de conducta depredadora. En cualquier parque con perros sueltos podemos ver como algunos canes juegan a perseguirse e incluso intercambian el papel de perseguidor a perseguido. Aunque generalmente el que hace el papel de depredador es el perro con más instinto cazador, no es extraño observar a un caniche persiguiendo a un pastor alemán.

Además, todos los perros tienen conciencia de la fortaleza y debilidad de sus compañeros de juego. Si un perro grande golpea sin querer a uno pequeño con fuerza y lo revuelca, el perro de mayor tamaño suele “pedir disculpas” iniciando de nuevo la expresión de invitación al juego.

Los perros grandes bien socializados saben controlar sus impulsos cuando juegan con perros pequeños y saben reprimirse en sus saltos y empujones hacia el compañero de juego. Incluso algunos se dejan caer al suelo para que los más pequeños se abalancen sobre ellos. Y cuando se trata de un juego entre perros adultos y cachorros, los de mayor edad suelen adaptarse al estilo de juego de los cachorritos.

EL JUEGO CON PERSONAS
Estos juegos derivados del instinto de caza pueden ser muy divertidos para nuestras mascotas, pero ¿Qué pasa cuando juegan con nosotros?

Esta claro que los juguetes favoritos de los perros son los que les recuerdan a una presa y activan su conducta de caza. Por ejemplo: la pelota que le lanzamos y va votando o corriendo a gran velocidad a ras del suelo, la cuerda anudada con la que solemos jugar al tira y afloja, el frisbee o disco volador que “imita” el vuelo de un pájaro, el juguete de goma que pita cuando lo aprietas emitiendo un sonido agudo parecido al de una presa herida o asustada...

Con todos estos juguetes que proporcionamos a nuestra mascota, conseguimos que el juego sea ameno, que el perro desgaste su energía acumulada y creamos un mejor vínculo con él. Pero a veces, durante el juego el perro quiere imponer sus propias reglas y ya no es tan divertido. Es frecuente que nuestra mascota no quiera devolvernos la pelota, que juegue demasiado bruscamente al "tira y afloja", que no pare de ladrar para que le tiremos la pelota o que se le escape algún mordisco sin intención, pero igualmente doloroso.

Cuidado con los niños
Los niños están acostumbrados a jugar con los perros de forma similar a como lo hacen con otros niños. Les encanta perseguir a su mascota y que ésta les persiga, agarrar a su compañero de juego o intentar quitarle la pelota por la fuerza.

Por desgracia, esta forma de juego ha ocasionado varios accidentes. Hay que tener en cuenta que la mayoría de mordiscos hacia niños por parte de los perros son en la cara, y esto es debido a que el rostro es lo más accesible para los canes: está justo a su altura.

También hay que enseñar a los niños cómo jugar con el perro. El acto de intentar coger la pelota o un juguete que el animal lleve en la boca es muy peligroso. Aunque nuestro perro sea un cachorro muy tranquilo, el juego de intentar quitarle la presa puede derivar en un mordisco no intencionado.

Juegos peligrosos
Las personas y los perros compartimos distintas maneras de jugar. Tanto a los perros como a nosotros nos encanta jugar juntos con una pelota, estirar una cuerda y otros tipo de juegos bruscos y de gran actividad física, pero a los canes además, también les gusta jugar a revolcarse por el suelo, enzarzarse en una lucha ficticia, morder las patas de su amigo perseguido, etc. Todos estos comportamientos, aunque muy lúdicos para nuestros amigos perrunos pueden llegar a ser peligrosos para las personas, y sobre todo para los niños.

Las personas apresamos con las manos, mientras que los perros lo hacen con la boca. Cuando los niños juegan a luchar no muerden cuando se atacan. Se sujetan los brazos, las piernas o el cuerpo sin morder.  Pero los perros si lo hacen. Además, al igual que los niños juegan a la lucha en el recreo y a veces se les va la mano en mitad del juego, a los perros les pasa lo mismo. Pueden empezar a jugar bruscamente y lastimarse sin querer por culpa de un mordisco fuera de lugar o un empujón mal dado.

Tanto los perros como los niños sienten una gran excitación cuando se encuentran en un juego muy bullicioso y el patio de recreo de los niños o el parque de los perros puede convertirse en un lugar de pelea en cualquier momento.

CÓMO PONER LAS REGLAS DEL JUEGO
Para evitar posibles accidentes en el juego con nuestra mascota debemos tener en cuenta una serie de cosas:

La importancia de la educación de la madre
La conducta de juego del perro aparece alrededor del primer mes de vida. Durante esta etapa el cachorro aprende a jugar con sus hermanos, a explorar el entorno y a comunicarse, lo que es muy importante para su posterior desarrollo. Una madre canina equilibrada facilita a sus cachorros una educación básica y unas normas sociales para facilitar la convivencia con otros perros.

El destete provoca un aprendizaje social muy importante. Es la primera vez en la vida que al cachorro se le lleva la contraria.

A las cuatro o cinco semanas, la madre de los cachorros empieza a alejarse de estos. Cómo éstos se han vuelto más activos, juguetones y quieren seguir mamando, la madre les gruñe para que le dejen en paz. Les enseña a controlar la mordida, a parar el juego y a controlarse. Además, durante el juego con sus hermanos de camada, los cachorros aprenden algo muy importante: la intensidad de la mordida en el juego. Cuando un cachorro muerde a otro demasiado fuerte, éste inmediatamente deja de jugar. Es así como el provocador va aprendiendo los limites del juego. La próxima vez morderá más flojo si quiere seguir jugando.

Cuando el cachorro llega a casa con dos o tres meses de edad lo único que debemos hacer es facilitar su adaptación a ésta y continuar el trabajo de su madre enseñándole a jugar.

El control del juego
Es muy importante que seamos nosotros los que impongamos las reglas del juego. Si no es así, será nuestra mascota quien decidirá el modo de jugar y no será tan divertido. Las dos normas básicas que debemos aplicar son:

  • Si en algún momento el perro se muestra violento o muerde con más intensidad de la permitida hay que dejar de jugar inmediatamente y

  • No hay que permitir que nuestra mascota juegue con otros objetos que no sean sus juguetes.

Aplicando estas reglas podemos enseñar al perro a jugar de forma en que todos nos lo pasemos bien.

Jugando al tira y afloja
El juego de estirar y aflojar con una cuerda u otro objeto parecido puede ser para el perro un modo de medir la fuerza entre dos contendientes, por lo que debemos tener cuidado en controlar la intensidad con la que nuestra mascota se toma el reto. Es importante ganar la mayoría de las veces y sobre todo, si jugamos adecuadamente puede ayudarnos a poner las reglas del juego enseñándole cuando debe parar.

El “tira y afloja” es uno de los juegos favoritos de todos los perros: es generalmente el que más les excita, el que les hace segregar más adrenalina (por eso, incluso llegan a gruñir) y va muy bien para decargar energía acumulada y poder enseñarle las normas que queremos imponer en el juego. ¿Cómo le enseñamos?

Teniendo en cuenta que es una de las actividades que más le gustan, para parar el juego, lo único que debemos hacer es soltar el juguete a la orden de ¡Basta! o la que decidamos para terminar el juego e ignorarle inmediatamente. El perro seguramente nos seguirá, con la cuerda en la boca, empujándonos incluso. Pero no debemos hacerle caso. Sólo cuando la suelte, la volveremos a coger y continuaremos jugando. De este modo, el perro aprenderá que a una orden debe parar de jugar, aún cuando este muy excitado, y que no por ello se terminará el juego.

Jugando a tirar la pelota
¿Cuantas veces le hemos tirado la pelota al perro y no la devuelve?
Los perros son especialistas en mantenerse a la distancia suficiente para que no sea posible pillarlos, pero lo bastante cerca como para que sigamos jugando. Este comportamiento es muy habitual, ya que prefieren jugar al “corre que te pillo” o “a que no me la quitas”. El perro suele llegar hasta donde estamos y nos muestra muy contento su juguete, pero cuando nos acercamos a cogerlo, se aparta a una distancia prudencial. Para nosotros este juego es además de cansado, muy aburrido, pues nuestra mascota siempre será más rápida y ágil y muy difícilmente podremos quitarle el juguete.

Debemos enseñarle cómo nos gustaría jugar. La forma correcta de hacerlo es la siguiente:

  • Nunca acercar las manos hacia la cabeza o boca del perro: sólo conseguiríamos alejarle. El perro prefiere jugar al “corre que te pillo”.

  • Si queremos acariciarle por haber traído la pelota, sólo debemos hacerlo por los costados, sin acercarnos a su morro, que es lo que él pretende.

  • Podemos jugar con dos pelotas exactamente iguales. Después de lanzarle una, cuando la atrapa y vuelve hacia nosotros; al mostrarle la otra, el perro soltará la que tiene en la boca, le lanzaremos la nueva y reanudaremos el juego. Durante este juego tenemos la oportunidad de enseñarle al perro una serie de órdenes básicas. Por ejemplo, diríamos “busca” cuando le lanzamos la pelota, “coge” en el momento en que la agarra, “ven” cuando le mostramos la otra y viene hacia nosotros y “suelta”, cuando vemos que va a soltar la que lleva en la boca para que le tiremos la otra. Es importante que las dos pelotas sean prácticamente iguales, ya que si no es así, el perro siempre tendrá una favorita que puede negarse a soltar.

  • También podemos intercambiar la pelota por una sabrosa galleta, enseñándole la orden “suelta” al tiempo en que deja caer el juguete.

Con el juego se consiguen muchas cosas: el perro aprende sobre su propia fuerza y debilidad con respecto a otros perros y personas. El juego influye de forma positiva en el desarrollo de su personalidad, crea un mejor vínculo con sus dueños y descarga su carga instintiva que muchas veces está reprimida por la vida en la ciudad. Pero para evitar accidentes y malentendidos con nuestra mascota debemos poner nosotros las reglas. Es el único modo para que todos nos lo pasemos igual de bien.

Educación y adiestramiento canino JR Batallé

EN PRIMAVERA, CUIDADO CON EL CALOR

Publicado en Pelo Pico Pata nº 101 - Marzo 2014

Ha llegado el verano y por lo tanto el calor. Es el momento de cambiar nuestro vestuario. Guardamos la ropa de invierno y nos vestimos con algo más ligero y fresco. De esta forma conseguimos aplacar el fuerte calor de la época estival, pero los perros continúan con su mismo traje: su piel y su pelaje.

Formas distintas de combatir el calor
Al contrario que las personas, los perros son expertos en mantener el calor pero muy malos para deshacerse de él.

A diferencia de los fríos días de invierno, cuando podemos ponerles un abrigo para sacarlos a pasear, en la época de mucho calor debemos tener en cuenta que nuestra mascota no siente el buen tiempo como lo sentimos nosotros. Los perros sufren las consecuencias de las altas temperaturas tanto o más que nosotros.

Hay que tener en cuenta que la temperatura corporal del perro es distinta a la nuestra. Mientras que nuestra temperatura media es aproximadamente de 36 grados y medio, la del perro oscila entre los 38,5 y 39 grados.

Además, nuestro organismo combate el calor de forma muy distinta a la de nuestra mascota. Mientras que las personas podemos enfriar nuestro cuerpo por medio del sudor, los perros no están provistos de las mismas glándulas sudoríparas como las nuestras, por lo que tienen que regular su temperatura corporal mediante el jadeo. De esta manera -abriendo la boca- la saliva se evapora de forma semejante a la transpiración humana. Los perros sólo pueden sudar a través de las almohadillas plantares y no a través del resto del cuerpo.

Si nos fijamos atentamente en nuestro perro cuando hace calor, podremos ver como de vez en cuando se lame la nariz. El objetivo es humedecer para buscar la evaporación y así, el descenso de la temperatura. También podemos observar que algunos perros, cuando el calor aprieta, dejan huellas de sus patitas por el suelo de casa. Es la consecuencia de sudar por el único lugar donde pueden hacerlo.

Las razas que más sufren el calor
Los perros de razas grandes, al poseer un mayor volumen y superficie corporal, tienen más dificultad para eliminar el calor. Teniendo en cuenta que sólo pueden sudar por las patas suelen pasarlo bastante mal durante la época estival. También los perros de morro chato, como los boxers, carlinos, bulldogs o pekineses, que suelen tener problemas de respiración, son animales que sufren con más intensidad cuando el calor aprieta.

Mucha gente piensa que cortando el pelo a su mascota conseguirá que esté más fresca y le ayudará a soportar las altas temperaturas, pero no es del todo cierto. Para los perros con un pelaje que crece de forma continuada que no suelen perder pelo si que es una buena opción, pero no debemos cortar el pelo a perros de razas que mudan como por ejemplo el pastor alemán o el husky. Todos estos animales poseen un pelaje que les aísla del frío, pero también del calor. Pasarles la maquina de la peluquería es hacerles una faena.

LOS PELIGROS DEL CALOR

Los molestos bichitos
Todo el mundo sabe que cuando llega el verano y las temperaturas aumentan, también lo hacen las pulgas, las garrapatas y los peligrosos mosquitos que hostigan a nuestras mascotas. Aunque todos los parásitos son peligrosos y su picadura puede causar diversas enfermedades, el mosquito de la leishmaniosis (flebótomo) es quizá el más peligroso. Aunque en un principio sólo actuaba en la zona mediterránea, últimamente está reproduciéndose de forma alarmante por toda la península ibérica. La picadura de este mosquito puede causar la muerte a la mayoría de perros que no reciban tratamiento, generalmente de por vida.

Pero en todas las clínicas o consultas veterinarias y tiendas especializadas de mascotas existen una gran variedad de antiparasitarios para prevenir y eliminar los molestos parásitos. Podemos elegir entre collares, pipetas, sprays, pastillas o champús.

El terrible “golpe de calor”
El golpe de calor es un accidente que desgraciadamente ocurre con mucha frecuencia en la época estival.

Cómo ya hemos dicho antes, la temperatura corporal del perro oscila entre los 38,5 y 39 grados. Si el cuerpo de muestra mascota llega a superar los 42 grados o menos pero con un nivel de humedad alto, se produce el fatal golpe de calor. El animal sufre la pérdida de glucosa y sales minerales, y un aumento del ritmo cardíaco y la frecuencia respiratoria. Esta situación puede llegar a causar una muerte fulminante. Los síntomas más visibles cuando se produce, son jadeo exagerado, tambaleo, negativa a moverse y temblores musculares.

Hay que evitar que este accidente ocurra porque la consecuencia suele se fatal, y la prevención es el mejor método para que no se produzca. Algunas medidas que debemos tomar cuando hace mucho calor son las siguientes:
 
- ¿Quién no se ha sorprendido al intentar entrar en su coche después de dejarlo aparcado bajo el sol? Es imposible entrar, parece un horno, y debemos esperar unos minutos con las puertas abiertas, hasta que se enfríe un poco. Por lo tanto, nunca debemos dejar al perro confinado en un lugar cerrado y sin ventilación. Dentro del coche -aunque sea con las ventanillas semibajadas-, en menos de 15 minutos la temperatura en su interior puede alcanzar los 50 grados y provocar la muerte del animal por un ataque de calor.

- Los parkings cerrados y las bodegas de los barcos también son muy peligrosos. Aunque podamos pensar que al estar cubiertos, no les da el sol, la acumulación de humedad y calor en estos lugares es muy importante.

- Los cachorros y los perros de edad avanzada son más propensos a sufrir un schok. Los primeros por tener el sistema inmunológico inmaduro, y los animales mayores al no poder mantener una temperatura corporal adecuada con la misma facilidad que un perro joven.

- Hay que tener siempre disponible agua fresca y limpia, y mojarle asiduamente la cabeza y la barriga, ya que son dos de las zonas menos protegidas. También debemos tener en cuenta que, con el calor, los perros beben mucha más cantidad de agua para hidratarse y una consecuencia de ello es que tendrá más ganas de salir a hacer pipí.

- No dar largos paseos bajo el sol con los perros. Adecuar los horarios de paseo con juego y ejercicio a primera hora de la mañana y última de la tarde. Algunos perros no son conscientes que han de parar de vez en cuando a descansar tras un periodo de ejercicio. Debemos detener el juego si vemos que jadea demasiado o hace mucho calor para seguir haciendo ejercicio.

- Los perros de manto negro, absorben más calor que los perros de piel o pelaje claro, y sufren más cuando están expuestos al sol.

- Si el perro lleva bozal, éste debe ser lo suficientemente amplio para que pueda sacar la lengua.

En el caso que se produzca un golpe de calor debemos actuar rápidamente, Estos serían los pasos a seguir:

1.- Intentar bajar la temperatura corporal del animal llevándolo a un sitio fresco y aplicar frío en las zonas más sensibles como la cabeza, cuello, inglés y axilas.

2.- Mojar al perro con agua no demasiado fría y humedecerle la boca sin obligarle a beber.

3.- Llevarlo con urgencia al veterinario.

El asfalto de la ciudad: Un infierno para los pies
Nosotros vamos calzados, pero los perros no. ¿Alguien ha probado a pasear por la calle de una ciudad a pleno sol descalzo? Nos quemaríamos los pies. Pues lo mismo le pasa a nuestra mascota, y además, ese intenso calor que irradia el suelo, también afecta a su barriga, pues está muy cerca del asfalto, y en ocasiones -sobre todo en los cachorros- este calor puede producirle desarreglos digestivos.

Por lo tanto, no debemos extrañarnos que nuestro perro cambie su comportamiento cuando suben las temperaturas y lo sacamos a pasear en horas de mucho calor. Es muy posible que observemos conductas no habituales como por ejemplo que camine más rápido y tire de la correa hacia la sombra, se niegue a seguir caminando y se resista a tumbarse o a sentarse en el suelo, ni aunque se lo ordenemos.

Siempre es agradable pasear con nuestro fiel amigo un día soleado, sobre todo en la época estival, pero debemos ser conscientes que los peligros que el calor puede entrañar y vigilar un poco más sus reacciones.

Javier R. Batallé

LA IMPORTANCIA DE ADIESTRAR A UN PERRO

Publicado en Pelo Pico Pata nº 104 - Junio 2014

La mayoría de perros que conviven con nosotros tienen la única función de animales de compañía. No son perros trabajadores y no han de ser adiestrados para aprender los distintos ejercicios que pueda requerir ejercer su trabajo. Pero aún así, para una buena convivencia, es importante enseñarles unas pocas órdenes que deberían cumplir.

¿ES LO MISMO EDUCAR QUE ADIESTRAR?
El adiestramiento de un perro no es lo mismo que su educación. Pero ambas acciones están muy relacionadas.

Educar a nuestra mascota significa por ejemplo, enseñarle que haga sus necesidades en un lugar adecuado, que no robe cosas de la mesa o de la cocina, que no muerda objetos de la casa, que no se suba encima de la gente para saludar, que no rasque la puerta, o que no ladre continuamente.

Adiestrar es simplemente conseguir que nuestro perro aprenda determinadas conductas y habilidades: con una serie de órdenes, un poco de paciencia y una actitud positiva, podemos condicionar a nuestra mascota a efectuar unos pocos ejercicios que nos ayudarán a crear un mejor vínculo con el animal.

¿Y qué tienen que ver la educación con el adiestramiento? Pues que en muchos aspectos de la educación de nuestro perro el adiestramiento es, aunque no indispensable, si muy importante. Por ejemplo: para educar al perro a que no pida en la mesa, podemos enseñarle a que en el momento en que estamos comiendo, se mantenga tumbado en un rincón, obedeciendo una orden; para evitar que se suba encima de la gente para saludar, lo educaríamos a que a la voz de “SIÉNTATE” se espere sentado a que le saluden a él. Y así con otros problemas de conducta que pueda manifestar el can en la convivencia diaria.

LAS VENTAJAS DEL ADIESTRAMIENTO
Las ventajas de adiestrar a nuestro perro son muchísimas. Pero hay que hacerlo bien. Aunque no es difícil, hay que tener mucha paciencia, un gran control de nuestros actos y conocer perfectamente la forma de comunicación canina. Por eso es una buena idea contar con la ayuda de un profesional del comportamiento canino.

Los buenos adiestradores, además de conocer todas las técnicas necesarias para conseguir que el perro ejecute las acciones deseadas, tienen un control absoluto de cómo y cuando dar la orden, saben ayudarse de gestos, cuando hay que premiar o no al perro, y en que momento acabar la sesión de trabajo. Además conocen perfectamente el lenguaje canino y pueden comunicarse perfectamente con el animal.

El adiestramiento de un perro es muy importante para la convivencia en la vida diaria. No es agradable intentar pasear con nuestra mascota mientras tira continuamente de la correa, ni estar sufriendo para que no moleste a la gente mientras entramos en una tienda a comprar algo y lo dejamos fuera. Y que decir del perro que soltamos y tardamos una eternidad en cogerlo para volver a casa porque no acude a la llamada.

Enseñar al perro a efectuar una serie de conductas deseadas consigue también la posibilidad de establecer un código de comunicación que él puede entender. Con cuatro órdenes básicas podemos “explicar” a nuestra mascota qué es lo que queremos de ella: que acuda cuando le llamamos, que se siente, que se tumbe, que camine a nuestro lado, o que deje de hacer algo que esté haciendo porque no es adecuado.

EJERCICIOS BÁSICOS PARA ENSEÑAR
A cualquier perro se le puede adiestrar a que deje de ladrar cuando le digamos, o al contrario, que ladre a una orden; a que vaya a buscar un objeto que le lanzamos y traerlo; a que de vueltas, que salte, que nos de la patita, que se ponga a dos patas, etc. Nuestra mascota puede aprender a ejecutar numerosos ejercicios pero hay cuatro que son básicos para su adaptación a nuestra sociedad: “Acudir a la llamada”, “caminar a nuestro costado”, “sentarse” y “tumbarse”.

El aprendizaje de estos cuatro ejercicios y la enseñanza de dos voces más -una palabra de liberación de la orden y el comando “NO” (para que deje de hacer lo que esté haciendo), nos permitirá tener un control absoluto sobre nuestro perro. Esto no significa que el animal deba estar siempre bajo nuestras órdenes. La realización de estas conductas por parte del perro, con el tiempo, condicionará a éste a manifestar los comportamientos aprendidos sin necesidad de una orden. El perro las suele hacer porqué sencillamente le sale bien hacerlas.

Para que venga cuando le llamamos no sólo hay que premiarle cada vez que acuda. Es también muy importante evitar reñirlo después de llegar a nuestro lado, aunque se haya portado mal instantes antes. Para que el perro camine a nuestro lado hay que convencerle que eso es lo mejor para él: podrá ir a donde quiera llegar sin tensión en el cuello, le premiaremos por ello y podrá caminar sin ahogos. Para mantenerlo sentado o tumbado, debemos demostrarle que es una situación temporal, de poco tiempo. Hay que tener en cuenta que la enseñanza de las posiciones estáticas (sentado o tumbado) no son naturales en el perro, a menos que esté cansado o durmiendo e imponer a un cachorro que se mantenga totalmente quieto es algo difícil.

LAS ÓRDENES EN EL ADIESTRAMIENTO
Muchos adiestradores usamos palabras en otros idiomas diferentes al castellano para dar órdenes a los canes cuando queremos que aprendan nuevos ejercicios. Mucha gente puede pensar que es algo muy “snob”, pero la realidad es que las utilizamos para que los perros comprendan mejor lo que queremos que hagan.

Hay dos razones muy importantes por las que preferimos adiestrar al perro en otro idioma:
En primer lugar, las órdenes en alemán o inglés, por ejemplo, son palabras monosílabas y el sonido de cada una de ellas es muy diferente, por lo que el perro puede distinguirlas mejor. La ventaja del alemán es que cada una de las órdenes básicas de las que hemos hablado anteriormente se pronuncia con cada una de las cinco vocales: La A en “Platz” (tumbarse), la E en “Bleib” (quieto), la I en “Sitz” (sentarse), la O en “Kome” (venir), y la U en “Fuss” (caminar al costado).

Por otra parte, la utilización de palabras en otros idiomas consigue que seamos más conscientes de que al pronunciarlas, nos dirigimos específicamente a nuestro perro para que realice la conducta que deseamos. Cuando usamos órdenes en nuestro idioma, muchas veces utilizamos expresiones distintas para pedirle lo mismo. Sin darnos cuenta, podemos pedir a nuestra mascota que se siente de formas muy diferentes. Por ejemplo: “Sienta”, “Siéntate”, “Sentado” “¡Que te sientes!”. Si tenemos aprendido que la palabra “SIT” o “SITZ” es una palabra exclusiva para el perro, la comprensión será mejore. Lo demás es parecido a intentar que aprenda varios idiomas.

Las órdenes en otros idiomas nos permite además que las órdenes que damos al animal no se gasten tanto en la vida diaria. Pensemos por un momento la típica situación de cuando viene un amigo de visita a casa y le decimos “Siéntate”. Quizá el perro (aunque no sea tonto) la escuche, se siente y compruebe que tras su actuación no hay consecuencia, o peor, lo ignoramos sin querer. Esa orden se va gastando y el perro va perdiendo el aprendizaje.
Y hay dos órdenes o palabras muy importantes que la mayoría de gente no utiliza o no lo hace adecuadamente: la orden de “liberación” o “recreo”. Y la orden “NO”:

Con respecto a la orden de “liberación”, muchas veces le ordenamos al perro que se siente, él lo hace...y nos olvidamos de él. ¿Que es lo que pasa? Que el pobre animal se levanta -harto de mantenerse quieto y sin hacer nada- y por lo tanto desobedece. Con el tiempo, aprende a desobedecer porque él mismo se libera cuando quiere. Siempre hay que liberar al perro de un ejercicio antes que lo decida él.

Y la orden “NO” ha de ser la palabra que usemos para que el perro deje de hacer cualquier cosa que esté haciendo en ese momento.. Después de el “NO” es necesario explicarle lo que queremos que haga.

La entonación que damos a las órdenes también es muy importante:
Habitualmente, cuando nos dirigimos a un perro de forma amistosa solemos expresarnos en un tono agudo, de falsete, de la misma forma que lo haríamos con un bebé. Los tonos altos hacen que los perros reaccionen bien ante el emisor del mensaje. En parte, porque los perros distinguen el habla dirigido a ellos de otros sonidos y porque saben que los tonos bajos –como los gruñidos-  suelen ser una expresión de amenaza. Esta es una de las razones por la que todos los perros acuden mejor y con más rapidez a las llamadas hechas en tono agudo que a las de tono grave.

Por lo tanto, ajustar el tono de nuestra voz cuando nos comunicamos con nuestro perro es muy importante. Es típico escuchar a muchos dueños de perros decirle la misma orden a su perro en varios tonos distintos de forma consecutiva. Algunas personas empiezan con un tono agudo y amistoso que va derivando -dependiendo de si el animal obedece o no- en un tono cada vez más grave y terminando alzando la voz en exceso. Lo que hacen es confundir al perro. Cada palabra con un tono de voz diferente es, para el perro, una palabra diferente. Los perros pueden aprender a entender los sonidos, pero no pueden llegar a captar el significado de las palabras.

A la hora de pronunciar las palabras elegidas, también es muy importante hacerlo siempre de la misma manera. No hace falta levantar la voz ni gritar. Acostumbrar a nuestra mascota a que obedezca hablándole en voz bajita, nos da la opción de poder alzar la voz en alguna situación problemática como por ejemplo, que vaya a cruzar una calle por donde pasen coches y queramos pararlo. Debemos recordar que el oído del perro es mucho más fino que el nuestro.

Para adiestrar a un perro correctamente es necesario que exista un vínculo y una relación de confianza entre nosotros y el can y, a su vez, el adiestramiento nos permite crear un código de comunicación con el animal que consigue que nuestra relación con él sea aún más gratificante.

Javier R. Batalle