SOBRE PERROS Y PERSONAS

Publicado en animalia nº 224 - Mayo 2010

Los dueños tienden a humanizar a sus canes. A esta actitud se la denomina antropomorfismo, y es la atribución a un animal de capacidades psíquicas como las del ser humano, suponiendo que actúa por motivos similares a las personas.

“Mi perro sabe que ha sido malo porque cuando he entrado en casa y he visto el pipí  se ha escondido”, “mi perro ha mordido el mando de la televisión y las patas de la silla porque se ha enfadado al dejarle solo”, “mi perro me ha destrozado unos zapatos nuevos cuando sabe que tiene la zapatilla vieja que le di para que mordiera”. Son frases que me repiten muchas veces los dueños de perros.

Si el perro se ha escondido, es porque ha hecho una composición de elementos: el sonido de las llaves al abrir la puerta, la visión de su dueño, el charco en el suelo y el recuerdo del último enfado al ver el pipí.

Si el perro ha mordido el mando de la televisión, puede que sufra un estado de ansiedad por separación de sus dueños, y su forma de bajar el nivel de estrés es tener ocupada la boca.

Si el perro ha destrozado unos zapatos, es porque no puede distinguir entre unos zapatos nuevos de una zapatilla vieja.

SIMILITUDES Y DIFERENCIAS ENTRE HUMANOS Y CANINOS
Muchos dueños de perros atribuyen a su animal capacidades psíquicas como las del ser humano y suponen que actúan por motivos similares a las personas.

Los perros se han adaptado al entorno social de los humanos y son, junto a los gatos, los únicos animales carnívoros que pueden convivir con nosotros sin existir competencia, ya que son especies acostumbradas desde hace siglos a la convivencia con el hombre.

Los perros manifiestan expresiones muy parecidas a las muestras de tristeza, alegría, nerviosismo o enfado de los humanos y es cierto que tienen una cierta semejanza con nosotros, ya que son una especie social estructurada jerárquicamente, con un fuerte instinto de territorialidad (algunas razas más que otras) y también con un instinto de posesión muy parecido al nuestro.

Algo muy importante a tener en cuenta, es que a nosotros, por la educación recibida, nos han enseñado que somos todos iguales; en cambio, en los perros, la igualdad no existe. O están por encima o por debajo en un estatus jerárquico social.

Es imposible que un perro piense que puede ser un igual a su dueño o a otro perro. Siempre debe saber en qué lugar de la jerarquía social tiene que situarse. De lo contrario, puede ocurrir que sufra un estado de estrés por no saber cuál es su cometido social e incluso, puede surgir una tendencia a dominar en su entorno social, que puede desencadenar en agresividad.

ESPECIES DISTINTAS
Los perros pertenecen a la especie Canis lupus familiaris y nosotros a la especie Homo sapiens. Venimos de ramas genealógicas distintas. Nuestras evoluciones a lo largo de la historia han sido diferentes y nuestra forma de comunicación no es la misma, y tampoco podemos esperar que su cerebro sea exactamente igual que el nuestro.

Un ejemplo: los perros no tienen moral. Mucha gente suele decir que el perro “sabe que ha hecho mal”, cuando, en realidad, el perro no sabe lo que está mal ni lo que está bien. Lo único que hace es que lo que le sale bien volverá a repetirlo y lo que le sale mal, tratará de no volver a hacerlo y lo eliminará de su contexto conductual.

LA COMUNICACIÓN CANINA
Cuando intentamos comunicarnos con nuestro perro debemos tener en cuenta que ellos se comunican de forma distinta a la nuestra. A pesar de que poseen casi los mismos canales comunicativos que las personas -oído, vista, y, en menor medida, olfato-, el desarrollo de sus sentidos es muy diferente en comparación con los nuestros.

En cuanto al sentido auditivo, ellos pueden oír ondas de ultrasonidos que nosotros somos incapaces de oír. A veces no podemos entender ciertas conductas caninas, ya que no oímos lo mismo.

En ocasiones, mientras observamos a nuestro perro, notamos que está nervioso o abstraído: es muy posible que haya oído un sonido que nosotros no percibamos o sencillamente, que estemos tan habituados a él, que no le demos la importancia que tiene para el perro, como por ejemplo, el sonido del motor del coche de sus dueños al acercarse a su hogar.

En el caso de la comunicación visual, hemos de tener en cuenta que los perros nos ven desde un punto de vista distinto al nuestro. Nos ven de abajo arriba. Eso implica que hemos de ser conscientes de nuestros gestos y movimientos. Solemos acariciar a los perros extendiendo la mano hacia su cabeza, en un gesto inconsciente, como hacemos con los niños. Si se trata de un perro que no nos conoce, puede ocurrir que se sienta amenazado y, o bien se asuste o, incluso pueda llegar a morder.

Y en relación al sentido del olfato, el canino es millones de veces superior al nuestro. Cada ser humano desprende un olor particular y los perros aprenden a identificarnos a través de él, siendo capaces de detectar los cambios bioquímicos en el organismo de las personas, como una subida o bajada de glucosa o el aumento de la presión arterial, que se manifiestan por un cambio en el olor corporal. Por eso los perros son capaces de oler el nerviosismo de una persona, acompañado de una subida de adrenalina, o de detectar un ataque de epilepsia antes de que ocurra.

Debemos tener siempre en cuenta que los perros piensan parecido a nosotros, pero no de la misma forma. Son diferentes, y esas pequeñas diferencias son las que hacen que la relación con ellos sea tan especial.

Educación y adiestramiento canino JR Batallé